Por Pilar López
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Hace un tiempo me escribió una chica preguntándome por mi experiencia en el club, llena de miedos, muerta de ganas y me recordó al día en que yo miraba la página de Triboost una y otra vez.

Cuando por segunda vez me preguntaron lo mismo, si estaba contenta, si no estaba muerta de miedo, me planteé escribir este post, sabiendo que ahora tiene aun más valor. Digo que ahora tiene aun más valor porque todavía soy una paquete. No me regañéis por decirlo, que como me dijo un buen amigo «el único paquete es el que no entrena y se queja, tú te esfuerzas como la que más, de paquete nada». Pero así nos entendemos rápido.»Y sin ser buena en ninguna de las tres disciplinas, ¿aun así vas con esas sonrisas?» Lo que me quería preguntar realmente es si una paquete como yo encajaba en un club de triatlón como Triboost.

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Esa pregunta, ese miedo a no dar la talla o de no ser capaz de aguantar los entrenos repiqueteó en su día mi cabeza una y otra vez, impidiendo abrir la puerta a lo que hoy es «mi huequecito en la vida». Así que escribo esto para los todavía ajenos, miedosos, al igual que lo fui yo en su día.Es difícil explicar a una persona ajena la dinámica de este club. Bastaría con decir «fíate, te va a encantar» y sé que no me estaría equivocando.

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Muchos llegamos o nos van surgiendo miedos, frustraciones; en el grupo femenino salen más a relucir, en pequeñas charlas post entreno también. Miedo a quedarnos atrás, a no llegar al ritmo, a hacer el ridículo, a que el grupo sea demasiado para mí, a quedarnos solos en bici… y un sinfín de etc.
He encarnado todos y cada uno de ellos… Y el equipo y el míster han disuelto todos y cada uno de ellos.- ¿El equipo? Si ser una paquete tiene algo positivo es que te das cuenta de la calidad humana de la gente que te rodea, al final todo el mundo cuida de ti.
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Sí, sí, ahora mismo por lo menos la mitad del equipo está sonriendo porque sabéis que me refiero a vosotros. ¿Quién de vosotros no me ha soltado una palabra de ánimo en las series? ¿O me ha esperado en bici o corriendo? ¿O se ha venido en bici conmigo aguantando mi velocidad tortuga para que cogiese confianza? ¿O me ha instado a que me apunte a los planes a pesar de mis miedos? ¿O ha nadado conmigo en el pantano? ¿O me ha aconsejado si esto o aquello? ¿O me ha tranquilizado ante una rabieta por un entreno que no sale como quería? ¿O ante un me da pánico esto, habéis soltado: lo hago contigo? ¿O ha soltado algún chascarrillo de si meto rueda o no? Seguid sonriendo porque muchos os habéis sentido identificados y sabéis que podría seguir así un buen rato.  Os lo pongo a la inversa: ¿quién de vosotros me ha excluido por no llevar el mismo ritmo que vosotros? Silencio rotundo, ¿eh?

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– ¿El míster? Ay, el míster. En mi caso es el míster y su señora, porque el «relojito suizo» ve un problema e insiste e insiste para que lo hables con tu entrenador, siempre ayudando en la sombra. Podría decir muchas cosas de él, pero me quedaría corta y sin embargo hay dos que no puedo dejar de reseñar:
Su capacidad de detectar un problema y darle solución, que parece que no, pero nos tiene MUY fichados individualmente (del estilo: palmamos generalmente en las series y decide hacer un video tutorial para calmarnos)

Su capacidad de recordar el espíritu del equipo: en esto solo apuntaré lo que me dijo cuando en un momento de crisis se me ocurrió la nefasta idea de entrenar sola hasta mejorar ritmos: «en este club nos hemos juntado personas, con mayúsculas, sin colores, sin niveles… PERSONAS. Y tú ahí tienes mucho que aportar… a 3 o a 7 el mil y que el ritmo NO sea un factor limitante…😒😒😒«

Y aquí, la paquete del club, puede afirmar sin mentir que triboost es una gran fuente de felicidad en mi vida, y que su propio nombre tri-«boost» (en inglés: estimular, promover, elevar, levantar, ayudar…) le hace mucha justicia.

Pilar López